EL CARDENAL-ARZOBISPO DE MADRID
Madrid, 28 de abril de 2012
Rvdo. Sr. D. Samuel Urbina Ruiz Párroco de Ntra, Sra. de los Ángeles
Bravo Murillo, 93 28003 MADRID
Querido Don Samuel: Muy gustoso, escribo unas líneas con motivo del primer centenario de la construcción de la querida Parroquia de Nuestra Señora de los Angeles, en la madrileña calle de Bravo Murillo, junto a la glorieta de Cuatro Caminos. Se trata, sin duda, de una efeméride muy gozosa, para la feligresia de la Parroquia, y también, ciertamente, para toda la Iglesia diocesana de Madrid, que a todos nos lleva a darte u gracias al Señor, de todo corazón.
Quiero expresar mi felicitacion cariñosa al párroco, don Samuel, a los demás sacerdotes, y a toda la querida comunidad parroquial de Nuestra Señora de i los Angeles. Me uno a vuestra alegria y a vuestra acción de gracias al Señor, por H este don precioso que es la vida de una Parroquia ya centenaria. Son cien años de gracias incontables de Dios, por los dones otorgados con el anuncio de su Palabra, que fortalece la fe de los creyentes y atrae amorosamente a los alejados, y con la i administracién del Bautismo y los demás Sacramentos, desde la fuente y la cumbre | de todos que es la Eucaristia, teniendo siempre abierto, de par en par, el Corazón 1 de infinita Misericordia que es el Sacramento de la Reconciliación. Cien años, si, de vida cristiana, de fe, esperanza y caridad, una vida llena de fragilidades, pero que | cambia el mundo porque está llena de Cristo, porque es Cristo, resucitado, vivo, “el Camino, la Verdad y la Vida”, que nos ha hecho a la Iglesia una sola cosa con Él.
Quiera el Señor que la celebración de este primer centenario sea un verdadero impulso que acreciente en el futuro la auténtica vida cristiana de toda la comunidad parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, garantía de vida, y vida . en plenitud, no sélo para ella, sino para todo el barrio de Cuatro Caminos, para todo Madrid y, en definitiva, para todo el mundo, porque es la Vida que brota de la presencia de Cristo, “el único nombre que se nos ha dado bajo el cielo en el que los hombres podamos ser salvos”.
Con todo afecto y mi bendición,
Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal Arzobispo de Madrid
Esa fue la realidad de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles hace cien años. En un barrio populoso y pobre, el obispo erige esta parroquia y el tesón de un sacerdote, don Manuel Sánchez Capuchino, su primer párroco, hizo posible la construcción de este magnífico templo, viviendas y
locales para el trabajo pastoral.
La parroquia del Milagro (así la llamaron) surgió en un primer momento con tan solo unos terrenos cedidos y mil pesetas iniciales. Celebrar el centenario es reconocer que Dios hace maravillas con lo pobre y sencillo, como hizo con María.
Es dar gracias al Señor por las personas que desde la primera piedra hasta hoy han colaborado material y pastoralmente para realizar la misión encomendada. Es pedir al Sefior por quienes han estado vinculados a la parroquia y ya han fallecido y por quienes hoy siguen viviendo, trabajando y realizando la misión pastoral: sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles, que son los verdaderos constructores de la iglesia de Jesucristo formada por piedras vivas y animada y sostenida por el Espiritu Santo.
Por lo que perdura y se ve, y por todo lo que solo Dios conoce en estos cien años, gloria y alabanza a Dios Padre por Nuestro Señor Jesucristo.
Que Nuestra Señora de los Ángeles siga bendiciendo y acompañando a su parroquia.
En Madrid, día de Nuestra Señora de los Ángeles de 2012
Samuel Urbina Ruíz.
Párroco de Nuestra Señora de los Angeles
En el extrarradio de Madrid, entre la cerca de Felipe IV y el lugar de los Cuatro Caminos, con un eje central constituido por la carretera mala de Francia (la actual calle de Bravo Murillo), se extendían
los campos que popularmente dieron en llamarse, ya desde el siglo XVIII, de Chamberí, en evocación de la estratégica población francesa de la que en aquellos momentos llegaban frecuentes noticias.
En ellos fueron surgiendo en el siglo XIX varios cementerios, tejares, huertas, vertederos, algunas industrias y casas aisladas. La legislación municipal había prohibido desde mediados del siglo XVII la extensión de Madrid más allá de la cerca, pero durante el reinado de Isabel II el aumento de población forzó su supresión y la aparición de los ensanches. El nuevo límite llegaría por esta zona hasta las actuales rondas (Raimundo Fernández Villaverde y avenida de la Reina Victoria).
Más allá de Cuatro Caminos surgiría, ya en el término municipal de Chamartín de la Rosa, lo que inicialmente fue un poblado o colonia que tuvo su origen en el campamento de las tropas victoriosas de la batalla de Tetuán en 1860, el barrio de Tetuán de las Victorias, que adoptó como patrona a Nuestra Señora de las Victorias; ella fue la titular de una primera capilla construida en 1865 con carácter provisional, en tanto se edificaba una iglesia que también sería dedicada a la Virgen de las Victorias.
El 2 de agosto de 1872 inauguró la Asociación de las Escuelas Dominicales otra capilla situada en el entonces llamado paseo de Tetuán (Bravo Murillo), bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles; los festejos patronales de Cuatro Caminos tuvieron en los siguientes años como núcleo
central las celebraciones religiosas en esta capilla.
El 5 de junio de 1885 se inauguró otro templo, también en la calle de Bravo Murillo, el del convento de las monjas de San Fernando, que en 1868 habían sido exclaustradas del de la calle de la Libertad. Cuando en 1891 se creó la feligresía de Nuestra Señora de los Ángeles, se instaló provisionalmente en él, en tanto eran concluidas las obras de su propia iglesia; como cura ecónomo de esta nueva feligresía fue nombrado el erudito sacerdote Felipe Poyatos Santisteban, que había sido desde 1886 ecónomo y párroco de la iglesia de las Peñuelas; en marzo de 1892 pasó a ser párroco de San Andrés, puesto en el que falleció en julio de 1901, con cincuenta años.
La primera iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, auspiciada por el obispo de Madrid-Alcalá Ciriaco Sancha y Hervás y el párroco de la iglesia de Chamberí (Santa Teresa y Santa Isabel) Francisco M. Hernando Bocos, fue construida bajo la dirección del entonces joven arquitecto Gabriel Abreu y Barreda (1860-1940) entre 1888 y 1892, con la contribución económica del propio obispo, del conde de Montarco y las aportaciones de los fieles. Se inauguró el 1 de agosto de este último año; de la organización de los festejos, celebrados los días 1, 2 y 3, se encargó el propio párroco titular, nombrado en marzo del mismo año, Manuel Sánchez Capuchino y Gallo. El templo se encontraba en la calle de Villaamil, 9, en el barrio de Bellas Vistas, perteneciente a Tetuán, en Chamartín de la Rosa. La imagen de Nuestra Señora de los Ángeles que tuvo esta iglesia fue tallada por Juan Vancell Puigcercós, discípulo de Jerónimo Suñol.
Pronto pensó Sánchez Capuchino que en Chamberí era necesario otro templo, más próximo a Cuatro Caminos; la ocasión adecuada se ofreció en 1894, cuando los protestantes, tras haber construido su capilla de la calle de la Beneficencia (la actual catedral del Redentor, de la Iglesia Española Reformada Episcopal), proyectaron edificar otro templo, de mayores dimensiones, en Cuatro Caminos, en la calle de Bravo Murillo, en el que se incluirían escuelas de primera enseñanza; se trata de la actual sede de la fundación Federico Fliedner y el colegio El Porvenir.
El 22 de enero de 1896 comunicaba la prensa que el entonces obispo (José María Cos y Macho) y el párroco Sánchez Capuchino habían conseguido la cesión, por parte de una «bondadosa señora», de unos solares (14.000 pies, unos 4.000 m2) entre el templo protestante y la glorieta de Cuatro Ca-
minos, en los que sería edificada una iglesia católica que contaría con un amplio local para escuelas. Posteriormente fueron comprados otros 10.000 pies de terreno para ampliar los donados inicialmente.
La benefactora era María Salomé de Vicente Ortega, hija del soriano Juan José de Vicente García, quien había iniciado su fortuna tratando con ganado por tierras de Burgos, se enriqueció comprando tierras desamortizadas y fue uno de los principales propietarios de tierras en Chamberí, donde se había construido una quinta que daría nombre al paseo de Santa Engracia. María Salomé estaba casada con Manuel Tzuel y Pérez y era hermana de María del Carmen de Vicente, la cual a su vez era la esposa de Eduardo Rojas Alonso, conde de Montarco, que en febrero de ese mismo año sería nombrado alcalde de Madrid. María Salomé de Vicente falleció tres años después, el 19 de diciembre de 1899, en su domicilio de la calle de Sagasta, 6.
En un primer momento se pensó que el nuevo templo, perteneciente a la feligresía de Nuestra Señora de los Ángeles, recibiese la advocación de Nuestra Señora del Pilar y de los Ángeles; según referiría años después el padre Sánchez Capuchino, «el año de 1895, día de la Virgen del Pilar, me inspiró el cielo la idea de visitar á la señora dueña del solar que me pareció más apto para iglesia»; las escuelas parroquiales que surgirfan en el edificio sí recibieron el nombre de Escuelas del Pilar.
Manuel Sánchez Capuchino inició entonces una larga, frenética y eficaz labor de petición de ayuda económica para edificar el templo. Las obras, bajo el proyecto y la dirección del destacado arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, comenzaron en abril de 1903. El 11 de agosto dos señalados personajes de Chamberí, Felipe Caramanzana y Ramón Pulido, así como el padre Sánchez Capuchino, ofrecieron un banquete, en los propios solares de la futura iglesia, al ministro de Instrucción Pública, el alcalde de Madrid, varios concejales y otras personalidades, para solicitar su apoyo en la empresa de construcción del templo; Sánchez Capuchino aprovechó para solicitar que se ejecutase cuanto antes el proyecto de la carretera de circunvalación entre Puerta de Hierro y el Hipódromo y que s urbanizase adecuadamente el barrio de Cuatro Caminos.
El 13 de febrero de 1905 visitó las obras la infanta Isabel (la popular Chata), que también ofreció su aportación, al tiempo que Sánchez Capuchino, como continuaría haciendo en los años siguientes, continuaba solicitando en la prensa ayudas económicas y dando cuenta de los gastos efectuados.
La urgencia de Sánchez Capuchino por mostrar la buena marcha de las obras le llevó a celebrar, el 2 de agosto de 1905, con motivo de las fiestas de Nuestra Señora de los Ángeles y de Cuatro Caminos, una misa de campaña en la puerta del templo en obras, con un altar adornado con guirnaldas; a ella asistió la popular Banda de San Bernardino. Estas misas de campaña continuaron celebrándose anualmente hasta la inauguración oficial del templo; en 1908, por ejemplo, se dispusieron varios arcos efimeros, uno en la entrada y otros dos en el interior de la nave.
En el altar adornado por el maestro de las obras, Mateo del Val, se emplazó un lienzo de la Virgen de los Ángeles debido a Ramón Pulido, con el que había obtenido el segundo premio en la Exposición de Bellas Artes de 1906. Por la tarde se procesionó por las calles principales, con el acompañamiento de las bandas del Hospicio y de Santa Cristina, y por la noche se pudo contemplar la fachada ilumi-
nada; el marqués de Santillana cedió el fluido eléctrico durante los tres días que se mantuvo la iluminación. Ese mismo día encontró Sánchez Capuchino, en el cepillo instalado en las obras, un sobre con mil pesetas, lo que algunos medios interpretaron como un hecho milagroso.
Otro donativo de mil pesetas fue hecho por la regente María Cristina en junio de 1910; sin duda vino muy bien para afrontar el pago de las campanas, que fueron bendecidas el 10 de agosto de ese año, a las seis de la tarde, con el templo adornado con flores y banderas. Las cuatro campanas, que se encontraban sustentadas en un soporte a modo de caballete, fueron bautizadas respectivamente con los nombres de las reinas Victoria y María Cristina y las infantas María Teresa e Isabel. Tenían grabados con grandes caracteres el año de la fundición (1910), el «nombre de las regias personas», el del párroco Manuel Sánchez Capuchino, el del arquitecto Repullés y Vargas y el del dueño del taller de fundición. La prensa informó que pesaban, respectivamente, 56, 342,425 y 638 kilogramos y que producían las notas.
Un acto de gran importancia simbólica tuvo lugar también en el templo en contrucción tres días después, el 13 de agosto de 1910: el bautizo de un joven sevillano de veintitrés años que abjuró de su antigua fe protestante. La última misa de campaña, con la iglesia casi terminada, se celebró el 2 de agosto de 1912.
Aunque aún no había sido inaugurada, sabemos que ya en octubre, y posiblemente desde tres o cuatro años antes, se estaban celebrando en ella misas diarias, posiblemente en la capilla provisional emplazada en la sacristía; el día 5 se comunicaba en ABC que por encargo de una persona anónima
se diría a partir de entonces, «por el eterno descanso del alma de la infanta doñaMaría Teresa, una misa diaria en la iglesia en construcción de Nuestra Señorade los Ángeles»; y se especificaba que los días laborables se aplicaría la misa a las once y los días festivos a las doce, lo que parece indicar que eran varias las misas que entonces se celebraban diariamente.
En la populosa barriada de Cuatro Caminos se inaugurará hoy un espléndido templo, el cual, por sus grandiosas proporciones, su belleza arquitecténica y riqueza de detalles, resulta, sin duda ninguna, de lo mejor que en este género se ha construido en Madrid.
Necesario es hacer constar que tan extraordinaria obra se debe al celo y entusiasmo de D. Manuel Sánchez Capuchino, cura párroco de Nuestra Señora de los Angeles y verdadero apóstol infatigable, que, conquistando corazones de ricos y pobres, ha logrado con limosnas levantar en diez años un suntuoso templo, cuya esplendidez responde á las grandes necesidades del barrio de Cuatro Caminos.
Hizo los planos del edificio y llevó la dirección el insigne arquitecto D. Enrique Repullés y Vargas.
La obra es de estilo gótico, en la época de transición del románico; pero sobre ella campea un sentimiento un tanto moderno, que hace destacar con verdadera gallardía la personalidad del ilustre autor de la basílica de Santa Teresa de Jesús, de Alba de Tormes. Armonizan de un modo encantador, completando la obra del arquitecto, sin que caigan en grotescos churriguerismos, cosa muy frecuente hoy día en casi todos los templos que se construyen, las artísticas vidrieras de Maumejean, los riquisimos retablos góticos de Suárez; las pinturas del gran maestro Ferrant y de los laureados pintores Vargas Machuca y Pulido; la imagen de Nuestra Señora de los Angeles, de Font; la ornamentación de Algueró, y la sobria y bien entonada pintura de los muros, de Rodríguez. Ha
sido colaborador inteligente y entusiasta de estas obras el maestro aparejador D. Mateo del Val, persona muy popular y querida en Cuatro Caminos.
El bautisterio es el más amplio y elegante de todas las parroquias de Madrid. Destacan en él la hermosa y artística pila bautismal y la gran pintura mural, «El bautismo de Jesús», de Pulido.
El Sr. Sánchez Capuchino ha realizado una obra extraordinaria, que merece entusiastas aplausos, y éstos serán aún mayores el día que ponga en práctica el proyecto que tiene en el pensamiento, que es el de crear escuelas que recojan á esas criaturas que, entregadas a todas las perversidades, puedan ser rescatadas del triste fin de un presidio.
Inauguración de una iglesia parroquial
La muy notable iglesia de Nuestra Señora de los Angeles, conocida vulgarmente por el «templo del Milagro», se ha inaugurado ayer con suntuosidad extraordinaria, demostrando aquella barriada su contento entregándose á regocijos múltiples, toda vez que desde ayer posee una hermosa iglesia, de que carecía.
Merece sinceros plácemes el virtuoso y celoso cura párroco, D. Manuel Sánchez Capuchino, que verdaderamente de milagro ha conseguido con su constante afán reunir las importantes sumas necesarias para obra de tanta importancia. oy, á las diez y media de la mañana, oficiará de pontifical el prelado de Madrid Alcalá, ocupando la sagrada cátedra el canónigo de la Catedral de Madrid D. Diego Tortosa.
Por la tarde predicará el obispo de Sión, haciendo la reserva el nuncio de Su Santidad. El día 2 por la mañana celebrará el arcipreste de la Catedral, D. Luis Pérez Estévez, predicando el R. P. Ramón Sarabia, haciendo la reserva el provisor y vicario general del Obispado, D. Javier Vales Failde.
El dia3 celebrará la misa el cura párroco, Sr. Sánchez Capuchino, y predicará el auditor de la Rota, D. Manuel López Anaya, y hará la reserva el deán, Sr. Barbajero. La parte musical estará a cargo de la Capilla Isidoriana. Los cultos prometen ser muy notables.
Uno de ellos fue el órgano, que no era el actual, sino uno más modesto y con posibilidad de ser interpretado manual y mecánicamente (al modo de las pianolas, con rollos de papel perforados), construido en el madrileño taller de Ricardo Rodríguez, en el que también se fabricaron en esos años unos cuantos órganos similares para otras parroquias madrileñas. El órgano actualmente existente fue instalado en el templo en 1963, procedente de la basílica de la Virgen de las Angustias de Granada. Su mueble fue construido en 1761 por el organero andaluz Salvador Pavón y Valdés; en él destacan los trampantojos pintadosen los costados, los ángeles músicos de la crestería y el ángel trompetista que sirve de remate. En cuanto al instrumento propiamente dicho, fue construido hacia 1905 por el organero Achilles Ghys Langie, formado en la casa Cavallé-Coll de París; ello significa que su sonoridad es propia de un órgano romántico, no de uno barroco como podría prometer su mueble. En 2007 la Comunidad de Madrid adjudicó al taller turolense de Carlos M. Álvarez Organeros su restauración, cuyos resultados fueron presentados al público el 31 de agosto de 2009, con la asistencia del cardenal arzobispo de Madrid D. Antonio María Rouco Varela.
La primera iglesia de Nuestra Señora de los Angeles, en Tetuán, mantuvo su actividad y su advocación hasta su destrucción el 11 de mayo de 1931; a menudo se aludiría a ella como «iglesia de Bellas Vistas», «iglesia de Tetuán», «iglesia de Villaamil» o «la filial», pues se convirtió en filial de la nueva iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en Bravo Murillo.
Como la de Bellas Vistas, de Gabriel Abreu, también la de Bravo Murillo era de estilo medievalizante, algo habitual en las edificaciones religiosas de la época, especialmente entre los arquitectos formados en la Escuela de Madrid. La de Abreu en Bellas Vistas era neomudéjar en el exterior y neobizantina en el interior; la de Repullés en Cuatro Caminos es, en líneas generales, de estilo neogótico, aunque se mostró ecléctico en la elección de los elementos: por ejemplo, en la fachada empleó arcos de medio punto y algunos elementos ajenos al estilo gótico, en tanto que en la nave las vidrieras están enmarcadas con arcos ojivales. La fachada con la torre de las campanas en el eje central, claramente destacada sobre los dos cuerpos laterales, tiene relación con otros templos medievalizantes, como la propia iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles Señora de los Angeles (Parroquia de — en Bellas Vistas, la de Santa Cristina Cuatro Caminos). (La Lectura Dominical, 11:01-1913). en el paseo de Extremadura, también de Repullés, el proyecto elaborado en 1888 por el marqués de Cubas para la nueva iglesia de Santa Cruz en la calle de Atocha, la desaparecida iglesia del Buen Suceso en la calle de la Princesa (1867), de Agustín Ortiz de Villajos, o San Fermín de los Navarros en el actual paseo de Eduardo Dato (1886-1890), de Carlos Velasco Peinado y Eugenio Jiménez Corera. Aunque se trataba de un modelo muy extendido, quizá podríamos preguntarnos si se tuvo también en cuenta el aspecto de la propia capilla de la Porciúncula conservada en la basílica de Santa María de los Ángeles, en Asís.
El interior es de una sola nave con capillas laterales, crucero sin cimborrio y en los pies un coro elevado; la planta sigue, pues, el modelo de San Juan de los Reyes en Toledo, Santo Tomás de Ávila o los Jerónimos en Madrid. Pero las bóvedas son cuatripartitas, siguiendo otros modelos góticos, y los pilares que las sostienen terminan en ménsulas, al modo de la arquitectura cisterciense. Además presenta otros rasgos propios del eclecticismo también imperante en buena parte de los arquitectos madrileños de la época, como es la rigidez de las tracerías y el geometrismo de la fachada, cuyas líneas rectas aparecen resaltadas por el enlucido de los muros.
No se trata, pues, de una repetición arqueológica de modelos góticos (algo que Repullés podría haber hecho sin mayores dificultades), sino de una versión actualizada, en la que algún autor ha llegado a apreciar incluso alguna tendencia al modernismo. La mayor parte de los artistas y artesanos que trabajaron en la obra solían colaborar juntos, en obras de carácter religioso o no; arquitecto, maestro de obras, vidrieros, mueblistas, pintores, decoradores, estaban muy solicitados en esos años, tanto en edificios religiosos como institucionales, casas particulares e incluso salas de fiestas y cafés.
Unos cuantos de ellos estuvieron muy implicados en la vida social del barrio de Cuatro Caminos. Enrique María Repullés y Vargas (Ávila, 1845-Madrid, 1922), que realizó su labor gratuitamente, había cursado los estudios de Arquitectura en la Escuela de Madrid, titulándose en 1869. Un año después recibió la Cruz de Carlos III por su proyecto para escuelas de instrucción primaria que el Ministerio de Fomento había encargado a uno de sus profesores, Aníbal Alvarez, y que Repullés realizó junto con su compañero Emilio Rodríguez Ayuso.
En 1884 fue el ganador del concurso público convocado para la construcción de la Bolsa de Comercio de Madrid, una de sus obras más destacadas, en la que recurre a elementos clasicistas. En 1898 concluyó otro de sus principales proyectos, el del ayuntamiento de Valladolid, que le fue encomendado tras fallecer en 1892 el arquitecto inicial, Antonio Iturralde; en él se inspira en la arquitectura renacentista salmantina e italiana. Otra destacada obra de Repullés fue la basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes (inconclusa), neogótica, y la iglesia de Santa Cristina (1904-1906) en el madrileño barrio de la Puerta del Ángel, neomudéjar; en Chamberf dirigió las obras de la iglesia del colegio de la Divina Pastora (1903-1909), proyectada por José Urioste Velada y, con la intervención de Sorolla, se encargó del proyecto de la casa de este pintor en el paseo del General Martínez Campos (1910); a él se debe también el oratorio del Cristo del Olivar en el barrio de Embajadores (1910-1919) y entre 1904 y 1922 se encargó de las obras de la catedral de la Almudena. Profundo conocedor de la historia de la Arquitectura, en los años finales del siglo XIX llevó a cabo importantes tareas de restauración: en Ávila intervino en la fachada de la catedral, los conventos de Santa Teresa y de Santo Tomás, la basílica de San Vicente y las murallas; estos trabajos le valieron la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1893. En Salamanca actuó en sus dos catedrales. A partir de 1879 completó las labores de restauración de laiglesia de los Jerónimos de Madrid iniciadas por Narciso Pascual y Colomer.
Algunas de sus restauraciones han sido muy criticadas por no ajustarse con exactitud al rigor histórico; siguiendo criterios similares a los del arquitecto francés Eugéne-Emmanuel Viollet-le-Duc, no tuvo inconveniente en sustituir o añadir elementos que a él pudieran parecerle más apropiados desde un punto de vista historicista, pero no siempre con rigor histórico. A él se debe, como arquitecto de la Casa Real, el panteón de Infantes de San Lorenzo de El Escorial; en el mismo edificio se ocupó de la reforma del panteón de los Reyes. Fue también muy destacada y prolífica su labor teórica. Mateo del Val Martínez fue el maestro de obras. En aquellos años, los que hoy llamamos aparejadores o arquitectos técnicos, quienes tenían la correspondiente titulación académica, luchaban por ver sus competencias y funciones adecuadamente establecidas y reconocidas, pero uno de sus principales problemas fue la intrusión de quienes no habían cursado los estudios oficiales y habían aprendido el oficio empíricamente, los que hoy llamaríamos maestros albañiles o también maestros de obras. Algunos de ellos se habían convertido en constructores, es decir, empresarios de la construcción, y habían acumulado cuantiosas fortunas, como fue el caso de Mateo del Val, que llegó a ser un personaje muy popular e influyente: en 1887 se presentó como candidato independiente a las elecciones municipales por el barrio de Pozas y en 1891 como candidato liberal dinástico. Sus buenas relaciones hicieron que en 1893, durante el gobierno del liberal Sagasta, le fuesen concedidos los honores de jefe de Administración Civil. En 1896 figuraba como arquitecto del nuevo local del Círculo Patronato de San Luis Gonzaga en la calle de Zorrilla, 5 y 7 y en 1908, con motivo del suicidio de su hijo mayor, Anastasio, fue citado como maestro de obras y aparejador, «persona que goza de gran popularidad en el barrio de los Cuatro Caminos». En 1895 figuraba en la prensa como «acaudalado industrial»; en 1899 creó en la calle Viriato una fábrica de papel de estaño cuyas onerosas condiciones laborales suscitaron numerosas protestas por parte de los sectores progresistas. Sus negocios le permitieron residir en un palacete de la calle de Bravo Murillo, junto a Cuatro Caminos, en cuyo solar sería después construida una casa de viviendas de alquiler. Un hotel que durante las fiestas del barrio aparecía engalanado con mantones de Manila y que, al decir de un antiguo amigo del personaje, «servían de marco a la belleza y juventud de las hijas de Mateo y sus amigas y ofrecían una nota de color y de alegría a la popular barriada». Pero diversos reveses personales y económicos terminaron llevando a Mateo del Val a la ruina; entre otras consecuencias, ello le llevó a enajenar su hotel con todos sus muebles y alhajas.
El pintor Alejandro Ferrant y Fischermans (1843-1917) donó a la nueva iglesia en julio de 1912 «un magnífico cuadro del Dulce Nombre de María pintado por él para el retablo del altar mayor». Ferrant se formó como pintor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue alumno de su tío Luis Ferrant Llausás. En 1874 fue pensionado para completar su formación en Roma,
donde coincidió con pintores como Francisco Pradilla, Casto Plasencia, Jaime Morera, Manuel Castellano o Baldomero Galofre. Con su lienzo El entierro de san Sebastián o San Sebastián en la cloaca Máxima (Museo del Prado) consiguió la primera medalla de la Exposición Nacional de 1878; de nuevo obtuvo la primera medalla en 1892 con Cisneros, fundador del hospital de Illescas (Santuario de la Caridad, Illescas -Toledo-). Ferrant se especializó en temas históricos y religiosos, aunque no desdeñó la ejecución de paisajes y retratos y la pintura decorativa; además fue un destacado ilustrador gráfico (colaboró con frecuencia en La Ilustración Española y Americana) y acuarelista. Su estilo evolucionó desde un inicial academicismo, pasando por la influencia del impresionismo; en La última comunión de san Fernando, hoy conservada en el Senado y que le fue encargada por su protector el infante don Sebastián en 1867, muestra ambas influencias, pues la
pintó a lo largo de cuarenta y siete afios. Entre otras obras suyas podemos señalar sus trabajos, junto a Pradilla, Martínez Cubells. Manuel Domínguez, Francisco Joven y Casto Plasencia, en San Francisco el Grande de Madrid, en cuya cúpula desarrollaron el tema de Nuestra Señora de los Ángeles; es de Ferrant el lienzo del altar mayor de la basílica de San Miguel (o de los Santos Justo y Pastor) en la calle de San Justo, que representa a San Miguel Arcángel (1897). También participó en la decoración del palacio de Linares, el Ministerio de Instrucción Pública en Madrid (Alegoría de las Bellas Artes), el palacio real de El Pardo, el palacio de Miramar en San Sebastián, la Diputación Provincial de Pamplona, el Palacio de Justicia de Barcelona y el Casino y la Diputación Provincial de Zaragoza (Alegoría de Zaragoza); suyo es un Calvario para el panteón de la duquesa de Sevillano en Guadalajara. Fue miembro, tesorero y presidente de la sección de Pintura de la Academia de San Fernando, profesor de la Escuela Central de Artes y Oficios y en 1903 fue nombrado director del Museo de Arte Moderno de Madrid, cuyos fondos pasaron en 1971 al Museo del Prado, que cuenta con diversas obras de este pintor.
El pintor Ramón Pulido Fernández nació en Madrid en 1868. Fue discípulo de Alejandro Ferrant. E/ Norte de Madrid del 31 de julio de 1914 hacía una reseña sobre él y mencionaba, entre sus más importantes obras murales y religiosas, el camarín de la Virgen en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y el Bautismo de Jesús en el baptisterio del mismo templo. Pulido fue también un
destacado vecino de Cuatro Caminos, llegando a ser Presidente de su Asociación de propietarios, industriales y vecinos de Cuatro Caminos En 1915 publicó su estudio Arte cristiano. La pintura religiosa. Precisamente, su especialidad fue la pintura religiosa; el mismo artículo de 1914 señalaba
entre sus obras «cuadros como La matanza de los frailes, Pobre padre mío, Felicidad, Mater purísima, El ángel de los desventurados,Ruega por nosotros, Cogiendo manzanas, Reina de los Angeles, etc.», así como las pinturas del altar mayor del hospital de San José y Santa Adela y de la iglesia de los agustinos en la calle de Valverde y la decoración del salón de fiestas del balneario de La Toja. Fue catedrático de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios.
De Luis Martínez de Vargas Machuca (1875-1929), yerno de Enrique Repullés, informó en julio de 1912 El Siglo Futuro que había pintado «un precioso tríptico para el altar de Nuestra Señora de las Mercedes» . Este pintor, discípulo de Marcelino de Unceta, se especializó, como su maestro, en temas paisajisticos, deportivos y anecdóticos: escenas de toreo, carreras de caballos, muy bien acogidos por las damas de la aristocracia; también el rey gustó de su arte y adquirió varios cuadros suyos en diveras exposiciones de Bellas Artes. En enero de 1929, inmediatamente después del fallecimiento de Vargas Machuca, su viuda entregó al Museo Municipal, que iba a ser inaugurado en el antiguo Hospicio de San Fernando de la calle de Fuencarral, varias obras que a tales efectos había seleccionado el pintor de entre las que configuraban su colección particular.
Las magnificas vidrieras del templo, que representan diversas advocaciones de la Virgen entre parejas de santos, fueron realizadas por la prestigiosa Casa Maumejean, familia francesa que en esos años realizó una prolífica labor en Madrid y en toda España, que la hicieron merecedora de abundantes premios y reconocimientos: en sus talleres elaboraron numerosos trabajos para los más diversos edificios religiosos y laicos, adaptando su estilo a las características de cada uno de ellos. Con Alfonso XTI se
convirtieron en vidrieros oficiales de la Casa Real y, entre otros muchos lugares, sus obras se pueden contemplar en las catedrales de Sevilla, Burgos y Vitoria, el Museo Diocesano de Arte Sacro de Alava o la basílica de la Asunción de Lequeitio. La Casa Maumejean fue fundada en Pau en 1860 por Jules-Pierre Maumejean; sus cuatro hijos varones se incorporaron a la empresa familiar; uno de ellos, Joseph, se estableció en Madrid en 1898, en la calle de José Abascal, trasladándose posteriormente al paseo de la Castellana, 64. En 1908 los Hermanos Maumejean abrieron otra delegación en Barcelona y poco después otra en San Sebastián. El 1 de enero de 1905 La Epom dedicaba un artículo a la industria de las vidrieras, en el que resaltaba la labor llevada a cabo por la casa Maumejean: «Sirviéndose de operarios franceses, hábiles en estos trabajos artísticos, que exigen especiales conocimientos, ha montado sus talleres, en grande, Mr. Maumejean». En octubre del mismo año la Revista ilustrada de vías férreas dedicaba otro artículo a la industria de los Maumejean: «Muchos y diferentes centros y numerosos hoteles y fincas diversas ostentan en Madrid tan hermosas vidrieras, productos de la esmerada fabricación de The Decorativ Art, bastando, entre los innumerables que se podrían citar, las del estudio del notable pintor Sr. Pradilla, en la calle de Quintana, donde ha decorado un interior, de estilo holandés, cubriendo las ventanas preciosas vidrieras de colores, igual á las empleadas en las ciudades del Norte de Europa [...] y las del café de Fornos, de estilo modernista y de un exquisito gusto artístico». Extinguida la tercera generación de los Maumejean vitralistas, en la actualidad continúa su actividad la Sociedad Maumejean de Vidrieras Artisticas.
Hemos hecho mención del primer órgano de la iglesia, debido a Ricardo Rodríguez. Él mismo no era organero; había montado con su hermano José (profesor de piano) un negocio de fabricación de pianos, armonios y órganos en el que trabajaron importantes organeros, uno de los cuales, Rafael Puignau, llegó desde Barcelona al taller madrileño de Rodríguez en 1911, instalando entonces
varios órganos con aparato «Organola», que permitía interpretar la música religiosa con rollos perforados; uno de ellos (Blanco y Negro, 15-03-1914). fue el de Nuestra Señora de los Angeles.
También fueron de la casa Rodríguez, entre otros, el órgano de la iglesia de la Consolación en la calle de Valverde, el de la cripta de la catedral de la Almudena y el de la iglesia de los Jerónimos.
Ricardo Rodríguez falleció en 1929.
El escultor Francisco Font Pons talló la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles. Había nacido en 1848 en Barcelona, donde se formó con los hermanos Vallmitjana y con Doménec Talarn. Se trasladó a Madrid hacia 1888, es- pecializándose en obras de carácter religioso inspiradas en el Barroco,
como las esculturas para la iglesia de San Marcos, el convento de las Comendadoras y el de las Góngoras; un Niño Jesús de su mano se conserva en el colegio de San José de Vallado-
lid. También realizó en su taller de la calle de Desengaño, 25 algunos monumentos públicos, como el de Zumalacirregui (Bilbao) y Juan Sebastián Elcano (Barcelona). Falleció en Madrid el 17 de noviembre de 1931 y fue enterrado en el cementerio de la Almudena; en su esquela se hizo constar que era «escultor pontificio». Entre aquella imagen (desaparecida) y la actual presidió el altar mayor otra,
hoy conservada en la sacristía de la parroquia.
En el prestigioso taller del ebanista José Suárez, emplazado en la calle de Cervantes con esquina a San Agustín, y en el que trabajaban más de cien operarios, se tallaron los retablos neogóticos; también nos consta que se hicieron en él un confesionario y tres sillones para el presbiterio. Sus trabajos realzaron los interiores de algunas de las principales mansiones aristocráticas. Pocas semanas antes de inaugurarse la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, el 6 de diciembre de 1912, falleció su cuñado, el notable pintor José Llaneces. Consta la participación de Suárez en otros trabajos de Repullés, como fue la remodelación del Restaurant Inglés, en la calle de Sevilla (1896), en la que también participó, ocupándose de «los mármoles y las tallas» Rafael Algueró Piñana, quien así mismo trabajó en la decoración de Nuestra Señora de los Ángcles; Algueró falleció en Madrid el 26 de noviembre de 1937. .
José Rodríguez Alvarez fue el renombrado pintor decorador al que se debió «la sobria y bien entonada pintura de los muros» de Nuestra Señora de los Ángeles; también había trabajado en la reforma del Restaurant Tnglés, «en la parte lisa e imitación de maderas». Y asimismo lo hizo,
ocupándose de «las obras de hierro, muy esmeradas, por cierto», el maestro cerrajero Eugenio Marinas, que igualmente fue responsable de las obras de rejería de Nuestra Señora de los Ángeles. La azulejería fue encargada a Salvador Martínez, que contaba con un almacén en la calle de Pérez
Galdós, entre Fuencarral y Hortaleza. La cajonera de la sacristía fue realizada «en casa de la señora
Arroyo, Gallego y Compañía», que tenía sus talleres en el paseo del General Martínez Campos, 20: tambien consta que allí fueron realizados 32 bancos y 6 reclinatorios para bancos para el nuevo templo.
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