El pintor Alejandro Ferrant y Fischermans (1843-1917) donó a la nueva iglesia en julio de 1912 «un magnífico cuadro del Dulce Nombre de María pintado por él para el retablo del altar mayor». Ferrant se formó como pintor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue alumno de su tío Luis Ferrant Llausás. En 1874 fue pensionado para completar su formación en Roma,
donde coincidió con pintores como Francisco Pradilla, Casto Plasencia, Jaime Morera, Manuel Castellano o Baldomero Galofre. Con su lienzo El entierro de san Sebastián o San Sebastián en la cloaca Máxima (Museo del Prado) consiguió la primera medalla de la Exposición Nacional de 1878; de nuevo obtuvo la primera medalla en 1892 con Cisneros, fundador del hospital de Illescas (Santuario de la Caridad, Illescas -Toledo-). Ferrant se especializó en temas históricos y religiosos, aunque no desdeñó la ejecución de paisajes y retratos y la pintura decorativa; además fue un destacado ilustrador gráfico (colaboró con frecuencia en La Ilustración Española y Americana) y acuarelista. Su estilo evolucionó desde un inicial academicismo, pasando por la influencia del impresionismo; en La última comunión de san Fernando, hoy conservada en el Senado y que le fue encargada por su protector el infante don Sebastián en 1867, muestra ambas influencias, pues la
pintó a lo largo de cuarenta y siete afios. Entre otras obras suyas podemos señalar sus trabajos, junto a Pradilla, Martínez Cubells. Manuel Domínguez, Francisco Joven y Casto Plasencia, en San Francisco el Grande de Madrid, en cuya cúpula desarrollaron el tema de Nuestra Señora de los Ángeles; es de Ferrant el lienzo del altar mayor de la basílica de San Miguel (o de los Santos Justo y Pastor) en la calle de San Justo, que representa a San Miguel Arcángel (1897). También participó en la decoración del palacio de Linares, el Ministerio de Instrucción Pública en Madrid (Alegoría de las Bellas Artes), el palacio real de El Pardo, el palacio de Miramar en San Sebastián, la Diputación Provincial de Pamplona, el Palacio de Justicia de Barcelona y el Casino y la Diputación Provincial de Zaragoza (Alegoría de Zaragoza); suyo es un Calvario para el panteón de la duquesa de Sevillano en Guadalajara. Fue miembro, tesorero y presidente de la sección de Pintura de la Academia de San Fernando, profesor de la Escuela Central de Artes y Oficios y en 1903 fue nombrado director del Museo de Arte Moderno de Madrid, cuyos fondos pasaron en 1971 al Museo del Prado, que cuenta con diversas obras de este pintor.
El pintor Ramón Pulido Fernández nació en Madrid en 1868. Fue discípulo de Alejandro Ferrant. E/ Norte de Madrid del 31 de julio de 1914 hacía una reseña sobre él y mencionaba, entre sus más importantes obras murales y religiosas, el camarín de la Virgen en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y el Bautismo de Jesús en el baptisterio del mismo templo. Pulido fue también un
destacado vecino de Cuatro Caminos, llegando a ser Presidente de su Asociación de propietarios, industriales y vecinos de Cuatro Caminos En 1915 publicó su estudio Arte cristiano. La pintura religiosa. Precisamente, su especialidad fue la pintura religiosa; el mismo artículo de 1914 señalaba
entre sus obras «cuadros como La matanza de los frailes, Pobre padre mío, Felicidad, Mater purísima, El ángel de los desventurados,Ruega por nosotros, Cogiendo manzanas, Reina de los Angeles, etc.», así como las pinturas del altar mayor del hospital de San José y Santa Adela y de la iglesia de los agustinos en la calle de Valverde y la decoración del salón de fiestas del balneario de La Toja. Fue catedrático de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios.
De Luis Martínez de Vargas Machuca (1875-1929), yerno de Enrique Repullés, informó en julio de 1912 El Siglo Futuro que había pintado «un precioso tríptico para el altar de Nuestra Señora de las Mercedes» . Este pintor, discípulo de Marcelino de Unceta, se especializó, como su maestro, en temas paisajisticos, deportivos y anecdóticos: escenas de toreo, carreras de caballos, muy bien acogidos por las damas de la aristocracia; también el rey gustó de su arte y adquirió varios cuadros suyos en diveras exposiciones de Bellas Artes. En enero de 1929, inmediatamente después del fallecimiento de Vargas Machuca, su viuda entregó al Museo Municipal, que iba a ser inaugurado en el antiguo Hospicio de San Fernando de la calle de Fuencarral, varias obras que a tales efectos había seleccionado el pintor de entre las que configuraban su colección particular.
Las magnificas vidrieras del templo, que representan diversas advocaciones de la Virgen entre parejas de santos, fueron realizadas por la prestigiosa Casa Maumejean, familia francesa que en esos años realizó una prolífica labor en Madrid y en toda España, que la hicieron merecedora de abundantes premios y reconocimientos: en sus talleres elaboraron numerosos trabajos para los más diversos edificios religiosos y laicos, adaptando su estilo a las características de cada uno de ellos. Con Alfonso XTI se
convirtieron en vidrieros oficiales de la Casa Real y, entre otros muchos lugares, sus obras se pueden contemplar en las catedrales de Sevilla, Burgos y Vitoria, el Museo Diocesano de Arte Sacro de Alava o la basílica de la Asunción de Lequeitio. La Casa Maumejean fue fundada en Pau en 1860 por Jules-Pierre Maumejean; sus cuatro hijos varones se incorporaron a la empresa familiar; uno de ellos, Joseph, se estableció en Madrid en 1898, en la calle de José Abascal, trasladándose posteriormente al paseo de la Castellana, 64. En 1908 los Hermanos Maumejean abrieron otra delegación en Barcelona y poco después otra en San Sebastián. El 1 de enero de 1905 La Epom dedicaba un artículo a la industria de las vidrieras, en el que resaltaba la labor llevada a cabo por la casa Maumejean: «Sirviéndose de operarios franceses, hábiles en estos trabajos artísticos, que exigen especiales conocimientos, ha montado sus talleres, en grande, Mr. Maumejean». En octubre del mismo año la Revista ilustrada de vías férreas dedicaba otro artículo a la industria de los Maumejean: «Muchos y diferentes centros y numerosos hoteles y fincas diversas ostentan en Madrid tan hermosas vidrieras, productos de la esmerada fabricación de The Decorativ Art, bastando, entre los innumerables que se podrían citar, las del estudio del notable pintor Sr. Pradilla, en la calle de Quintana, donde ha decorado un interior, de estilo holandés, cubriendo las ventanas preciosas vidrieras de colores, igual á las empleadas en las ciudades del Norte de Europa [...] y las del café de Fornos, de estilo modernista y de un exquisito gusto artístico». Extinguida la tercera generación de los Maumejean vitralistas, en la actualidad continúa su actividad la Sociedad Maumejean de Vidrieras Artisticas.
Hemos hecho mención del primer órgano de la iglesia, debido a Ricardo Rodríguez. Él mismo no era organero; había montado con su hermano José (profesor de piano) un negocio de fabricación de pianos, armonios y órganos en el que trabajaron importantes organeros, uno de los cuales, Rafael Puignau, llegó desde Barcelona al taller madrileño de Rodríguez en 1911, instalando entonces
varios órganos con aparato «Organola», que permitía interpretar la música religiosa con rollos perforados; uno de ellos (Blanco y Negro, 15-03-1914). fue el de Nuestra Señora de los Angeles.
También fueron de la casa Rodríguez, entre otros, el órgano de la iglesia de la Consolación en la calle de Valverde, el de la cripta de la catedral de la Almudena y el de la iglesia de los Jerónimos.
Ricardo Rodríguez falleció en 1929.
El escultor Francisco Font Pons talló la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles. Había nacido en 1848 en Barcelona, donde se formó con los hermanos Vallmitjana y con Doménec Talarn. Se trasladó a Madrid hacia 1888, es- pecializándose en obras de carácter religioso inspiradas en el Barroco,
como las esculturas para la iglesia de San Marcos, el convento de las Comendadoras y el de las Góngoras; un Niño Jesús de su mano se conserva en el colegio de San José de Vallado-
lid. También realizó en su taller de la calle de Desengaño, 25 algunos monumentos públicos, como el de Zumalacirregui (Bilbao) y Juan Sebastián Elcano (Barcelona). Falleció en Madrid el 17 de noviembre de 1931 y fue enterrado en el cementerio de la Almudena; en su esquela se hizo constar que era «escultor pontificio». Entre aquella imagen (desaparecida) y la actual presidió el altar mayor otra,
hoy conservada en la sacristía de la parroquia.
En el prestigioso taller del ebanista José Suárez, emplazado en la calle de Cervantes con esquina a San Agustín, y en el que trabajaban más de cien operarios, se tallaron los retablos neogóticos; también nos consta que se hicieron en él un confesionario y tres sillones para el presbiterio. Sus trabajos realzaron los interiores de algunas de las principales mansiones aristocráticas. Pocas semanas antes de inaugurarse la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, el 6 de diciembre de 1912, falleció su cuñado, el notable pintor José Llaneces. Consta la participación de Suárez en otros trabajos de Repullés, como fue la remodelación del Restaurant Inglés, en la calle de Sevilla (1896), en la que también participó, ocupándose de «los mármoles y las tallas» Rafael Algueró Piñana, quien así mismo trabajó en la decoración de Nuestra Señora de los Ángcles; Algueró falleció en Madrid el 26 de noviembre de 1937. .
José Rodríguez Alvarez fue el renombrado pintor decorador al que se debió «la sobria y bien entonada pintura de los muros» de Nuestra Señora de los Ángeles; también había trabajado en la reforma del Restaurant Tnglés, «en la parte lisa e imitación de maderas». Y asimismo lo hizo,
ocupándose de «las obras de hierro, muy esmeradas, por cierto», el maestro cerrajero Eugenio Marinas, que igualmente fue responsable de las obras de rejería de Nuestra Señora de los Ángeles. La azulejería fue encargada a Salvador Martínez, que contaba con un almacén en la calle de Pérez
Galdós, entre Fuencarral y Hortaleza. La cajonera de la sacristía fue realizada «en casa de la señora
Arroyo, Gallego y Compañía», que tenía sus talleres en el paseo del General Martínez Campos, 20: tambien consta que allí fueron realizados 32 bancos y 6 reclinatorios para bancos para el nuevo templo.
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