La Capilla Bautismal de la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles es uno de los espacios más simbólicos y entrañables del templo, pues acoge el momento fundacional de la vida cristiana: el Sacramento del Bautismo. En este lugar, generaciones de fieles han sido injertados en Cristo y en su Iglesia, naciendo a la vida de la gracia por el agua y el Espíritu Santo.
La capilla bautismal de la parroquia es el lugar donde nacen a la vida cristiana los nuevos miembros de la Iglesia. En ella se encuentra una pila bautismal y un bello fresco del artista Ramón Pulido, que representa el Bautismo de Jesús en el Jordán. Este espacio, lleno de simbolismo, recuerda la importancia del primer sacramento y la incorporación a la comunidad de fe.
Presidiendo la capilla, encontramos una imponente pintura mural de gran formato que representa el Bautismo de Jesús en el río Jordán. La escena, que ocupa todo un paño de la pared izquierda, muestra a San Juan Bautista derramando agua sobre la cabeza de Cristo, mientras un grupo de ángeles contemplan la escena en actitud reverente. La obra transmite serenidad, sacralidad y belleza, y busca conectar el rito bautismal actual con el acto fundacional del propio Cristo, que quiso santificar las aguas con su presencia.
Bajo esta pintura se encuentra la pila bautismal, una estructura sobria y clásica de piedra, símbolo del útero espiritual de la Iglesia, donde el hombre viejo muere al pecado y nace el hombre nuevo en Cristo. La pila está enmarcada por una baranda de hierro forjado, que delimita el espacio sagrado del rito y preserva el recogimiento del lugar.
El espacio, bañado por la luz natural que entra por el ventanal lateral, invita al recogimiento y a la contemplación. Al fondo, un altar secundario de mármol con un crucifijo preside la capilla, recordando que el Bautismo nos une a la muerte y resurrección de Cristo. En la pared lateral derecha se encuentra un relieve con la inscripción “TESORO”, probablemente indicando la reserva del óleo de los catecúmenos o el simbolismo del Bautismo como primer y mayor tesoro espiritual.
Junto al altar, también destaca la presencia del Sagrario rodeado de un resplandor dorado, que recuerda la íntima conexión entre los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Esta capilla ha sido, a lo largo de los años, testigo de incontables bautizos de niños, jóvenes y adultos. Cada ceremonia celebrada aquí representa una entrada a la comunidad de los creyentes, una consagración a Dios y una promesa de vida eterna. Aquí se han derramado lágrimas de emoción, se han encendido cirios de esperanza y se ha pronunciado por primera vez el nombre cristiano de muchos fieles.
Para las familias del barrio y los devotos de la parroquia, esta capilla representa el comienzo de su camino en la fe, el lugar donde fueron acogidos como hijos de Dios y miembros de la Iglesia. El eco de las letanías, las bendiciones del agua y las palabras “yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” resuenan en la historia silenciosa de este recinto sagrado.
El Bautismo no es solo un rito de paso: es el sello indeleble de la pertenencia a Cristo. Esta capilla, con su belleza sencilla y profunda, nos recuerda que todo comienza aquí: la gracia, la vocación, la llamada a la santidad. Es un espacio de vida nueva, de esperanza, y de memoria sacramental.
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